En un ambiente a media luz, con tan solo 16 espacios para sus comensales y la cocina abierta, el restaurante NOM nos ofrece un espacio cercano e intimo en el que disfrutar.
Al hablar de restaurante NOM, tenemos que mencionar su característica ubicación, así como su pequeño y acogedor espacio que nos retrotrae a los ambientes vividos a principios de los años XX en las pequeñas cantinas durante la prohibición en Nueva York.
La visita a este restaurante empieza incluso antes de llegar a él. Entre extrañada e interesada, recorres un reducido callejón en su búsqueda, en cuyo final hallarás, como si de una película se tratase, una puerta de madera custodiada por un faro y un pequeño letrero que nos indica que hemos llegado a nuestro destino.
Tras la puerta, nos espera el propio chef, Alejandro Daboub Bosh, cuya sonrisa será las mejores de las bienvenidas.
A casi a un año de su apertura, NOM sigue dando de qué hablar, y aunque no sea la primera vez que tengo el placer de visitarlo, sus ricos y coloridos platillos me hacen disfrutar de cada ocasión como si de la primera se tratase.
Todos los platos los preparan al momento y frente a ti, por lo que, siempre tendrás la vista al frente y te mantendrás intrigado con los ingredientes que están mezclando para la preparación de tu siguiente platillo.
Asistí al horario de la comida y mi menú consistió en cinco tiempos, maridado con vino blanco y tinto.
Mi primer tiempo fue un fresco tartar de res y echalote cubierto con queso parmesano, ya un clásico de la casa.
A continuación, frente a nosotros y en una tostada de arroz, comenzaron a colocar un espiral de cremoso de aguacate con wasabi, seguido de una ensalada de pulpo en su punto, jitomate en cubos, cebollín y perejil finamente picados, todo salseado con una mayonesa de kimchi.
Como tercer tiempo, otros de los clásicos, un callo de hacha sellado, con una cama de aguachile de betabel, tomate cherrri, pepino y cebolla morada y granizado de naranja.
Seguimos con unas láminas de jugoso pato con salsa de miel y chile, colocadas sobre una cama de puré de camote morado con una guarnición de broccolini. Este fue mi platillo favorito, tanto por la excelente cocción del pato como por la combinación salado y dulce de los ingredientes.
Para el postre, disfrutamos de un brioche caramelizado adornado con una compota de frutos del bosque, acompañado de mousse de chocolate bañado de couli de frutos rojos y ralladura de chocolate.
No se pierdan la oportunidad de visitar este rincón secreto de la ciudad, eso sí, Te recomendamos hacer previa reservación ya que realmente es muy concurrido.
Dirección: Alejandro Dumas 125, Polanco.
Horario de servicio: martes a sábado de 1:45 p.m. a 5:00 p.m. para comida y cena a partir de las 7:30 pm
Texto y fotografía: Alejandra Alva (Alursita)
